No hubo milagro en el Emirates Stadium. Nada hacía presagiar que lo fuera a haber, pero en fútbol nada es seguro hasta que ocurre. Y en Londres, lo único que ocurrió es la confirmación de que el Bayern de Múnich es mucho mejor equipo que el Arsenal, una superioridad que le valió para acceder a los cuartos de final de la Champions League con otra goleada de escándalo (1-5).
El 5-1 del partido de ida había dejado la eliminatoria resuelta, una sensación acrecentada ante la inoperancia ofensiva del Arsenal en las últimas semanas que hacía imposible siquiera soñar con una proeza. El Bayern, además, sigue siendo un equipo inquebrantable, sólido como pocos y con una profundidad de banquillo envidiable.
Wenger aparcó sus problemas con Alexis Sánchez por el bien del Arsenal, convertido el chileno en el principal argumento para discutir con el Bayern. Difícil discusión por eso, ya que Özil comenzó en el banquillo, aún renqueante de una lesión. Panorama oscuro el de los gunners, que luego se confirmó sobre el césped del Emirates.
Ancelotti no quiso reservar a ninguno de sus hombres a pesar de la ventaja casi definitiva adquirida en el Allianz y bien pronto comprobó que la noche iba a ser plácida. A pesar de la obligación del Arsenal, el equipo inglés no supo trasladar esa necesidad de marcar al campo e incluso se vio dominado en muchos momentos por su rival.
